WONDER WOMAN 2
La oficina del Daily Planet era un hervidero de gente a esas horas de la mañana. Editores, reporteros y demás trabajadores formaban un grupo heterogéneo y ruidoso. Iban de aquí para allá hablando entre ellos como si no hubiera más gente en el lugar.
A Diana no la había costado llegar hasta allí. La búsqueda en internet la había llevado directa al perfil de Facebook de Clark Kent. En él, una foto mostraba a un joven fuerte de músculos marcados junto a una sonriente mujer pelirroja. Justo debajo de la imagen aparecía la profesión ejercida por el joven (superhéroe no contaba como una), reportero.
Al principio había pensado en ir directamente a su casa, pero eso habría sido peligroso. Sus identidades secretas no se conocían de nada. Para evitar problemas, decidió hacerse pasar por una enviada del museo que quería proponer un reportaje sobre las ruinas restauradas.
Con el ansia del momento, sin querer pararse a pensar por miedo a echarse para atrás, se había apresurado presentándose allí demasiado pronto. La recepcionista la comunicó que la persona que buscaba se encontraba fuera. Estaba realizando la cobertura de un evento deportivo. Desanimada, estaba a punto de marcharse cuando la mujer la avisó de que dicho evento se había cancelado debido a un accidente en una de las gradas. Por suerte Superman habría evitado que hubiese heridos. Diana sonrió, la señora no tenía la remota idea de que el reportero del que hablaban y el héroe que una vez más había salvado vidas, eran la misma persona. Al ver la ilusión en el rostro de Diana, la guió hacia una sala donde pudiese esperar.
La sala era un poco pequeña, como un despacho. Una ventana dejaba entrar la luz natural que caía sobre una fila de sillas y daba energía a la planta del rincón, no había nadie más. Se sentó y aprovechando la soledad saco el móvil con la idea de ver las fotos del perfil de su compañero de heroicidades. La verdad es que si ese hombre era el único que podía soportar ser su amante, no se podía quejar. El hombre de acero que salía en las fotos lucia un cuerpo muy trabajado. Unos brazos fuertes, un culo prieto y porque no decirlo, un nada menospreciable paquete. El gozo de la heroína llego al encontrar el álbum correspondiente al verano. Fotos en la piscina, en la playa y en el gimnasio. La espera no se le estaba haciendo larga.
Al principio solo se fijaba en el cuerpo masculino que era objeto de su curiosidad sexual. A pesar de ello la resultaba imposible no fijarse en la hermosa figura de pelo rojo que acompañaba al chico en cada foto. Al contrario que las amazonas, las mujeres humanas no entrenaban tanto sus cuerpos. La joven Lois Lane, que así se llamaba, era el perfecto ejemplo de ello. Su cuerpo repleto de curvas era lo que la sociedad consideraba más atractivo. Tenía unos pechos generosos, a los que en cada foto Diana miraba con una mezcla de envidia y deseo. La especie de las amazonas no se caracterizaba por tener unos pechos muy desarrollados. Las tetas de Diana se encontraban entre las más grandes de su isla. Aun así la visión de la pelirroja en bikini la hacía querer enterrar su cara en ese canalillo. Un vientre casi plano, unos muslos definidos y un culo redondo como una manzana completaban el conjunto.
Foto a foto, pasaron los minutos en aquella solitaria estancia. Enfrascada como estaba en su móvil, no escuchó la llamada de la joven desde la puerta.
-¿Disculpa?- Diana volvió a la realidad. Desde la entrada de la sala la mujer que había estado viendo en su móvil, la miraba con intriga.
- Me han dicho que buscabas a Clark. El no está pero, ¿Puedo ayudarte en algo?
La heroína no pudo contestar al momento. La falda larga y la apretada camisa que Lois llevaba, la habían hipnotizado. Todo el conjunto parecía demasiado apretado. Los pechos marcaban su forma en la tela. Incluso los pezones se adivinaban a simple vista. Las caderas y los muslos parecían a punto de rasgar la tela.
-¿Estás bien?
Ruborizada se intento recomponer, fingiendo que apagaba el teléfono.
-Sí, encantada soy Diana Prince.- la tendió la mano.
-Encantada, yo soy Lois Lane. Encargada de la sección de reportajes. ¿En qué puedo servirte?- la apretó la mano con firmeza. Su piel era muy suave y tenia las uñas arregladas pero sin pintar.
-Si bueno, estoy trabajando en el museo de Arqueología de la ciudad. Hemos estado restaurando unas ruinas y venia a ver si a Clark le interesaba hacer un reportaje sobre el tema.
-¿Conoces a Clark?
La pregunta pilló por sorpresa a la amazona. Creería que estaba interesada en él y venia a ligar. No iba muy desencaminada, pero la chica no quería una relación estable, menos si para ello tenía que romper una feliz pareja. Solo quería saber que se sentía al acostarse con un hombre. Para desgracia de la periodista, su novio era el único sobre la faz de la tierra capaz de sobrevivir a eso.
-Le he visto en algún evento y me pareció muy profesional. Además es el único del gremio que medio conozco.-mintió para evitar poner la semilla de una enemistad.
-Vale, estoy un poco ocupada ahora mismo. ¿Prefieres seguir esperándole?
-Sin problema ¿Sabes cuánto puede tardar aproximadamente?
-No lo sé, pueden ser cinco minutos o una hora. Con este hombre nunca se sabe. Toma mi tarjeta por si acaso- se giro y se encaminó por el pasillo- diré en recepción que lo avisen de que estas aquí cuando llegué.
-Muchas gracias- contestó con una sonrisa de oreja a oreja. Disfrutó durante unos segundos del contoneo del trasero de Lois hasta que desapareció por una de las puertas. Había sido un encuentro intenso para Diana. Estaba acostumbrada a ser el foco de atención de periodistas, fans y algún que otro pervertido. Le resultaba extraño y excitante ser ella la que desease fundirse con alguien casi desconocido. Con la cabeza y el corazón dando vueltas se sentó de nuevo aguardando la llegada del superhombre
No tuvo que esperar mucho más y a los diez minutos apareció por la puerta el héroe que podría poner fin a su auto impuesta castidad.
En persona era más imponente. Le sacaba media cabeza a Diana, quien no se apresuro a levantar la mirada de su torso. Tenía músculos marcados por todas partes, aunque la ropa holgada tratase de ocultarlos. Su mandíbula cuadriculada y perfectamente afeitada junto a unos ojos negros y una nariz cincelada hacían atractivo su rostro.
La única diferencia que la heroína apreciaba con el Superman de la prensa eran unas gafas y un solitario mechón rizado que caía sobre su frente. Bueno, tampoco llevaba los calzoncillos por fuera.
-Hola, me llamó Clark. Me ha dicho Betty que me estabas buscando- se dieron dos besos en la mejilla- Perdona pero me suenas de algo ¿Nos conocemos?
Claro que le sonaba, si el disfraz de Superman consistía en unas gafas, el de Wonder Woman era una diadema. Su estrategia consistía más en mostrar carne que en ocultar su cara.
-Nos conocemos y no nos conocemos. ¿Te importa si hablamos en un sitio más privado?
-Claro, vamos a mi despacho.
La condujo por el pasillo hasta la última puerta. Entraron en un cuarto igual no mucho más grande que el anterior. Había un par de estanterías y una gran mesa.
-Po favor, toma asiento.
Diana se sentó en la silla frente a la mesa. Estaba muerta de nervios. Había venido en cuanto se le había ocurrido la idea, pero no se había preparado como decírselo.
-Verás, mi nombre es Diana Prince. Trabajó en el museo y he dicho en recepción que venía por temas laborales.
-Perfecto, ¿es sobre alguna promoción del museo?
-En realidad no he venido por eso. Como te he dicho antes tú y yo nos conocemos. Solo que no con estos nombres.
Al acabar la frase, la cara del reportero había cambiado completamente. Ya no mostraba una sonrisa de amabilidad, ahora era un luchador acorralado previendo cualquier movimiento del rival. Esa expresión habría sido suficiente para que cualquiera con malas intenciones se fuese con el rabo entre las piernas, pero Diana no se amedrentó. Ella era de los pocos seres capazes de pelear de a tú a tú con el kriptoniano.
-No vengo a buscar pelea - dijo tratando de rebajar la tensión en la sala- ¿De verdad no me reconoces?
-Siento que me eres familiar. Sin embargo no conozco a ninguna Diana Prince.
-Cierto, me conoces como Wonder Woman.
Al asombro del joven le siguió una mueca de entendimiento. Mirándola bien era evidente quien era.
-¿Cómo has averiguado quien era? ¿Cómo me has encontrado?
-No ha sido gran cosa, cualquiera con un móvil podría haberlo hecho.
-Vale, deja que lo asimile. Eres Wonder Woman, has descubierto mi identidad secreta y has venido a buscarme. – Aun no se lo creía – Es peligroso, ¿a qué has venido?
-Te seré sincera, deja que te cuente lo que me pasó hace varias semanas.
Diana le resumió su corto romance y como había acabado con su acompañante en el hospital. Se quedó muy a gusto. Por fin había podido contarle a alguien lo que verdaderamente ocurrió esa noche.
-Vaya, lo siento ¿el está bien?
-Si si, ya se ha recuperado y sigue trabajando.
-Me alegro pero no veo donde encajo yo en todo esto.
Una sonrisilla comenzó a formarse en los labios de Diana.
-Creo que quizás nosotros podríamos ser, digamos que compatibles. Así que tú podrías saciar mi curiosidad y ayudarme.- justo al terminar se relamió los labios.
-¿Estas insinuando que quieres que me acueste contigo?
-Es una forma de verlo sí.
-Lo siento mucho. Siento lo que te paso y sé que es duro, pero tengo novia y la quiero. Tengo que pedirte que te marches.- se levantó y abrió la puerta.
-Está bien, lo entiendo.-no podía negar que se esperaba una respuesta parecida.
Se levantó e intentó salir por la puerta. El héroe la mantenía abierta con el brazo pero su corpulencia y el tamaño de su despacho no colaboraron, así que cuando Diana fue a salir tuvo que apretarse contra él. Sin poder evitarlo se paró a medio camino para prolongar el contacto. Sus tetas se pegaban contra los pectorales que se escondían bajo la camisa. Intento apartarla pero se contuvo, no quería destrozar las oficinas del periódico al provocar una pelea.
La hija de Zeus, al verse dueña de la situación, dio un importante paso hacia adelante. Sus manos comenzaron a palpar los enormes brazos disimulados bajo la chaqueta. No encontró parte alguna que no fuese puro musculo. Se estaba empezando a animar.
El reportero se mantenía en tensión, sin saber muy bien qué hacer. Podría enfrentarse a ella, aunque no estaba segura de poder vencerla. Optó por insistir en su petición.
-Tienes que irte.
Sin articular palabra, Wonder Woman se llevo un dedo a sus labios indicando silencio. Ya había acabado con los brazos y una de sus manos bajaba por la espalda. Al llegar a la nalga, la apretó con fuerza. Rápidamente se arrepintió, ese gesto habría roto la cadera a cualquiera, sin embargo Superman no se había inmutado. Libre de todo temor a causar daño se pegó más al hombre. Sus bajo vientre chocó contra lo que a todas luces era el comienzo de una erección. Comenzó a moverse en un lento vaivén, frotando sus partes contra las de él. Pronto lo que había sido una rama se torno en mástil. Diana habría jurado que no era la única que se movía. Muerta de curiosidad y ganas comenzó a desabrochar el cinturón.
-Por favor, para.- sonaba poco convincente.
-Shh – fue el único sonido que pronunció ella.
Consiguió librarse del cinto e introdujo la mano con ansía. No fue difícil dar con lo quería, pero aun había una prenda más. Acarició el caliente miembro por encima de la tela del calzoncillo. Era largo y duro, a Diana le recordó al mango de su látigo de la verdad. Se entretuvo un rato jugando y acariciando aquella polla hasta que su curiosidad por verlo la animó a bajar los calzones. Tuvo que bajárselos hasta las rodillas antes de que el pene saltara como un resorte. Diana, asombrada, no perdió detalle de la primera polla que veía.
A escasos centímetros, la polla erecta de Clark apuntaba hacia ella. Era rosada, aunque morada en el glande. Su extensión era casi como el antebrazo de la heroína y en su base una frondosa mata de pelo brotaba junto a sus testículos. Sin perder el tiempo, agarro el cipote con sus dos manos y comenzó a moverlas. Estaba imprimiendo toda su fuerza en ese movimiento, estaba segura de que esa paja solo la podía disfrutar el hombre de acero. Al rato cambio de táctica, su mano derecha se centro en acariciar el glande mientras que la izquierda subía y bajaba por el tronco.
El superhombre no pudo más, nunca nadie se la había meneado así, del glande comenzaron a salir disparados chorros de semen. Sin casi espacio entre los dos, todo fue a parar al cuello y al pecho de Diana, quien mira asombrada como era el orgasmo masculino. Tras una ráfaga de cuatro disparos potentes, un último chorro sin fuerza solo llego hasta las manos de Diana que seguían aferradas al miembro.
Al acabar su orgasmo y dándose cuenta de lo que había pasado, Clark se vistió y se marchó sin decir palabra. Wonder Woman se quedó sola en el pequeño despacho con su camiseta y su mano manchadas de semen. Quiso probar el sabor de aquel líquido y se lo llevo a la boca. No le pareció nada especial pero tampoco estaba malo. Un poco decepcionada por el sabor y sin haber recibido su parte de placer, decidió que la próxima vez lo tomaría directamente de la fuente. Rebuscó en el bolsillo con la mano limpia y sacó una tarjeta, “Lois Lane Reportera contactar al 753753524”
Espero les haya gustado, háganme saber en los comentarios si quieren que continúe la historia.
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