La princesa y los albañiles (3) vanesa


 Hola a todos (as). Gracias por sus comentarios. Decidí dejar esta tercera parte en Dominación, ya que el sometimiento es más marcado. Se recomienda leer los dos capitulos anteriores para entender mejor la historia. Disculpen si esta es más breve, pero no me ha dado tiempo de revisar la cuarta parte. Mejor adelantarles algo que dejarlos esperando.

Luego de aceptar ir a la casa del viejo, y darme una primera cogida y sometimiento, estoy a la espera de que vuelva, con una nueva sorpresa aguardándome.

Pasó casi una hora antes de que el viejo regresara, afuera comenzaba a anochecer, durante ese tiempo estuve dormitando y reponiendo fuerzas, no sabía lo que vendría, pero intuía que el viejo iba a repetir lo que había pasado con anterioridad. Se había llevado mi cel y la puerta estaba cerrada con llave, por lo que me encontraba prisionera dentro de esas dos habitaciones. Revolví algunos cajones buscando algunas cosas, pero no había nada fuera de lo normal, se veía que el viejo vivía solo desde hacía tiempo, y solo llegaba para descansar. Como mi ropa interior se había quedado en el auto, solo volví a vestirme con mi uniforme de escuela. Escuché sonidos de la cerradura y corrí a quedarme en el sofá. El viejo se asomó por la puerta, venía sonriendo y cargando una mochila negra.

-        Hola putita, espero que hayas descansado porque te tengo otra sorpresa.

Abrió la maleta y sacó de dentro un par de cadenas. Entendí que eran para sostenerme y que no pudiera moverme. Nunca había usado algo así y me dio un poco de miedo, de nervios, empezaba a dudar si había sido una buena idea haber venido a este sitio, donde el viejo podía, si quería, matarme, ya que nadie sabía que yo estaba ahí.

-        Tranquila zorra, no voy a lastimarte, además, me prometiste que ibas a obedecerme en todo ¿no lo recuerdas?

 Tenía razón, había jurado que iba a obedecerle y a ser suya, en medio de un magistral orgasmo, pero ahora con la cabeza más fría empezaba a temer lo que pudiera hacerme. El viejo se acercó con calma, mientras yo temblaba, y me tocó la mejilla, luego me besó mientras tomaba mi mano para colocarlo sobre su miembro, ya a medio crecer. Ahí recordé porque estaba ahí. En ese momento abandoné mi deseo de huir, y volví a dejarme hacer. Me dirigió hacia la mesa donde amarró con fuerza las cadenas a las patas de la cama, y después con unas muñequeras de cuero que sacó de la bolsa me sujetó de las manos, mientras otro par de cintas de cuero sujetaron mis tobillos a la mesa. Quedé tendida en la madera de la mesa con la cabeza hacia un lado y el culo inclinado del otro. El frio de la madera endureció mis pezones. No podía moverme mucho. El viejo se pasó para atrás y me pasó una almohada debajo de la cintura para que levantara mis caderas, arremangó mi falda dejando mi culo expuesto y muy en alto.

La visión que debía tener de mis nalgas debía ser maravillosa, yo me veía en un espejo que tenía de frente y me veía putísima. Bajó su cara entre mis piernas y volvió a meter su lengua en mi cuevita, se ayudaba metiendo dos dedos mientras lamía mi clítoris, y en unos segundos yo ya gemía de placer, las rodillas me temblaban, uno a uno comenzaron a encadenarse varios orgasmos, tiraba de las cuerdas mientras mi cuerpo se tensaba.

De la mochila sacó como una tabla y una como pelota, con la tabla me dio una nalgada que me dolió. Solté un grito de sorpresa. Luego siguió otra nalgada, me quemaba la piel, y volví a gritar más fuerte. El viejo me volteó a ver reprochando mi acción.

-        Parece que vamos a tener que enseñarte un poco de modales, putita.

Nuevamente se fue hacia la maleta y sacó una pelota de esponja, y una cinta, me pidió que abriera la boca y me la metió, por lo que solo podía respirar por la nariz, la amarró por atrás de mi nuca y ahora tampoco podía hablar. Luego con toda la calma del mundo, volvió a tomar la tabla. otro golpe más fuerte en mis nalgas, grité nuevamente pero mi grito fue ahogado pues tenía mi boca cubierta. Otra nalgada y otro grito, intentaba decirle que no lo hiciera tan fuerte, pero estaba imposibilitada para hablar. Los tablazos siguieron hasta que sentía que la piel de mis nalgas ardía como brasas. Lágrimas brotaban de mis ojos impulsadas por el dolor y la imposibilidad de defenderme o escapar.

Dejó la tabla en la cama y volvió a comerme la vagina, para luego volver a azotarme, la mezcla de placer y dolor me confundía, y mi mente comenzaba a mezclarlas.

De repente se bajó de la cama y se dirigió a mi mochila, eso me intrigó mucho y más cuando sacó mi celular. Comenzaba a asustarme, ¿Qué pretendía?

- Ahora vamos a grabar un video para enseñarle a tu novio de cómo debe cogerte.

Me mostró que abrió la cámara y dejaba el celular en un buró al frente para luego pasarse detrás de mí. Me divirtió un poco la idea. Sentí un pedazo de carne que se abría pasó en mi vulva, yo estaba empapada por lo que no le costó trabajo. Al estar amarrada me costaba subir la cara, pero alcanzaba a ver en el espejo cómo me bombeaba. subía la velocidad y luego la bajaba y me penetraba más salvajemente, yo estaba en la gloria, mis gemidos eran ahogados por lo que tenía en la boca y prácticamente no me podía mover por estar amarrada. Algunas veces me jalaba del cabello para que mirara hacia el frente, a donde estaba la cámara.

Dejó de bombearme y se paró frente a mí, desamarró la cinta y dejó mi boca libre y me puso su hermoso miembro enfrente, yo no dudé y comencé a chuparlo, volteaba a verlo y luego hacia mi celular, me sentía actriz porno, me estaba grabando dando sexo oral. Me agarró el cabello y comenzó a bombearme, me ahogaba con su tamaño, pero me encantaba. “Así se trata a las putitas” “A tu novio le va a encantar como la mamas” me decía cosas así que me hacían sentir muy zorra, como una vulgar puta, pero que me prendían. Volvió a amarrar la pelota a mi boca y de nuevo no pude volver a hablar. Estaba en la gloria, la situación me ponía muy caliente.

“Vamos a ver como quedo, putita”, dijo. “¿Cuál es tu dedo para desbloquearlo?”. Sin saber lo que me esperaba cerré un puño y alcé el dedo que necesitaba, desbloqueó mi celular y no tardé en escuchar mis gemidos ahogados, estaba viendo los videos que me tomó.

- Vaya puta que bien ha quedado, y si lo subimos a internet para ver qué opinan tus amigas?

Con la cabeza le dije que no, no sabia si hablaba en serio, pero si lo hacía, mi vida estaba destruida, sonrió muy divertido, y se sentó en el suelo, ahora podía ver lo que hacía con mi celular, revisó mis fotos, nada interesante. Entró a mi WhatsApp y mis conversaciones.

- Jajajaja que tierna, le dijiste a tus padres que estarías con una amiga. ¿Y si le enseñamos lo que estás haciendo? Preguntó mientras se reía.

Me imaginé que pasaría si mi mamá se enteraba lo que su angelito estaba haciendo, y encima con un viejo que podía ser mi padre, no sabía que estaba hablando en serio. Dejó mi celular a un lado mío y regresó a lo que estábamos. De nuevo comenzó a meter un dedo en mí vagina mientras con su lengua taladraba mi clítoris, otra vez estaba en la gloria, dos y hasta tres dedos entraron con facilidad, ya me había arrancado otros orgasmos deliciosos.

- Te tengo otra sorpresa, ahora sí me voy a divertir contigo, nunca la vas a olvidar.

Me intrigó un poco lo que me dijo, pero yo seguía pensando que todo era un juego. De su mochila sacó un antifaz y me lo puso, ahora además de no poder hablar tampoco veía nada. Escuché la puerta de la habitación abrirse, y al rato escuché al viejo regresar, pero ¡VENÍA PLATICANDO CON ALGUIEN!

Me puse más nerviosa y hasta asustada. La visión que debía tener su acompañante. Ahí estaba empinada, con el culo en alto y la falda levantada sobre mi cintura, sin poder hablar y amarrada a la mesa. Prácticamente no podía moverme.

Estaba muerta de miedo, no sabía quién era el otro ni qué harían. Sentí una mano en mi nalga, una mano distinta a la del viejo. Intentaba moverme, pero era inútil con las cadenas, mis gritos tampoco se escuchaban y ya sentía mis ojos húmedos, estaba a merced de lo que quisieran. Moría de miedo, no entendía bien lo que pasaba.

Una lengua comenzó a lamer mis nalgas, por como las apretaban sabía que era el viejo, seguro su compañero no perdía detalle. Me abría las nalgas y comenzó a lamerme. Tenía muchas sensaciones, mi cuerpo reaccionaba a las caricias y estaba súper excitada, pero también tenía un miedo terrible de lo que pudiera pasara.

El viejo era muy bueno y sabía lo que me gustaba, mi cuerpo estaba prendidisimo pero yo seguía nerviosa, llena de miedo, de culpa, de nervios. Se detuvo y después de un rato alguien se hincó detrás de mí. Intenté moverme con todas mis fuerzas, pero era inútil, no sabía quién estaba detrás de mí. Ellos no decían nada, no podía identificar donde estaban.

Alguien comenzó a penetrarme, por el tamaño podría ser el viejo, pero no estaba segura. Lo único de lo que estaba segura es de lo bien que se sentía, me daba muy rápido, me jaló el cabello y me hizo la cara para atrás, comenzaron a correr lágrimas por mi rostro, me sentía muy mal, me gustaba mucho pero a la vez me sentía culpable de sentir tanto placer.

Lento y muy profundo y después muy rápido, sin duda era el viejo. Cuando estaba a punto de venirme se detuvo. Unos segundos después escuché el sonido como de un motor, al poco tiempo supe que era un vibrador. Comenzaron a jugar con él y mi vulva, yo estaba muy excitada pero seguía sintiéndome culpable, lo metieron en mí y comenzó a vibrar. La sensación era deliciosa. De pronto volvieron los golpes con la tabla, me quemó horrible, grité pero no se escuchaba más que gemidos. Otra nalgada y otro grito, mientras el vibrador hacía su trabajo y las paredes de mi vagina se contraían. Era una mezcla de placer y dolor que no me dejaba ni pensar.

Detuvieron el vibrador, el viejo se acercó a mi oído y me dijo

-        Te voy a quitar la pelota para que me la mames, pero te quiero bien calladita y ya sabes lo que tienes que hacer con esa boquita, ¿ok?

-         

Asentí con la cabeza y sentí que desamarraban la pelota, estaba tan asustada que no pensé en gritar ni en nada, de inmediato me llenaron la boca con un miembro. No era el del viejo, era más pequeño. Me dio un poco de asco pero no pude hacer nada.

El vibrador de nuevo hacía los suyo, se sentía delicioso. Alguien lo metía y lo sacaba y tenía una como pestaña que daba exactamente en mi clítoris, mi excitación crecía y sin pensarlo comencé a succionar más el miembro en mi boca. Casi no me podía mover por lo que me tomaron del cabello y prácticamente me follaban la boca a su gusto.

No dejaban de caer lágirmas por mi cara, parte por el esfuerzo de tragar ese miembro erecto completo, otra parte por la culpa, aunque estaba muy excitada me estaban follando salvajemente. De repente sentí un líquido por mis nalgas, era aceitoso e intuí lo que seguía. Un dedo comenzó a abrirse paso en mi culito, Mi corazón se aceleró más por lo que estaba a punto de pasar y porque tenía muchas manos en mi cuerpo, entonces noté que eran al menos tres personas y no dos como había pensado. El viejo me dijo al oído

-        Imagínate el video que tenemos tuyo. Te estás cogiendo a tres hombres y lo estás disfrutando, ¿Sabes quién te va a creer que te obligamos con lo puta que eres?.

Era la verdad, parte de mí sí lo estaba disfrutando y supongo no se distinguía mis gemidos de los gritos para decirles que no y que pararan.

-        Te ves perfecta asi como estas, así que sigue portándote bien y sigue como hasta ahora. Te voy a desamarrar, pero no te quites la venda y deja que te digan que hacer

Sentí que desamarraban los cintos de mis muñecas y mis pies y alguien me tomaba la mano para llevarme hacia la cama. Me subí en la cama y sentí que alguien se pasó para abajo de mí y me hacía sentarme sobre el, para luego meterme su miembro por mi vagina. Luego sentí como alguien se subia a la cama y comenzaba a abrirse paso por mi culito. Lo había hecho otras veces y este chico no lo tenía tan grande por lo que a pesar que me dolió, pero era un dolor muy soportable gracias al lubricante que me pusieron. El que estaba debajo no se movía, el chico de atrás marcaba el ritmo de mis dos penetraciones y el otro prácticamente me follaba la boca.

Las piernas comenzaban a dolerme de cansancio, mi cuerpo respondía a la cogida que me estaban dando. Los que estaban en mi boca y en mi culo se cambiaron de posición y siguieron dándome igual. Estaba agotada.

El de mi boca fue el primero. Ya ni siquiera estaba agarrando mi cabeza, ya mamaba yo solita cuando sentí unos chorros en mi garganta. Me alcancé a quitar pero una parte sí me la tragué. Él lanzó un grito de placer pero no conocía esa voz. No sé cuánto tiempo después el que tenía atrás se vino en mi culito.

Luego de eso todos se pararon, escuché que charlaban en el cuarto de al lado y luego oir la puerta abrirse y unos minutos después regresó el viejo solo. Me quitó el antifaz, mis ojos trataban de acostumbrarse a la luz, pero por fin pude descansar acostada boca abajo. Se acostó al lado mío. Tenía su celular en la mano mientras se pajeaba. Habían puesto una cámara en un trípode así que sí estaba todo grabado. A los pocos minutos me pidió que me quedara quieta y boca arriba y apuntando hacia mi, se vino en mi cara. Estaba toda llena de la cara, el cabello y comenzó a resbalar por mi cuello.

-        ¿Te gustó tu sorpresa? Me preguntó. Está grabado como disfrutaste con tres, luego lo veremos, ahora descansa un poco, que todavía no termina, en un rato volveremos a usarte.

Me quedé acostada un rato, estaba muy cansada y adolorida. ¿Cuánto tiempo iba a pasar amarrada ahí? ¿Cuántos más iban a venir? Cerré los ojos, no me importaba. Intenté dormir un poco entregada a las sensaciones que había tenido esa noche.

Esos días el viejo terminó de romper todas las barreras de moral y defensas que todavía conservaba, obligándome a hacer cosas que nunca imaginé posibles en mi limitado mundo conocido, abriéndome un nuevo mundo de placer, dolor y sumisión. Al día siguiente luego de desayunar y pasar a asearme, me llevó a la mesa de la cocina donde me dejó amarrada con mis brazos y piernas separados en cruz a lo largo de la mesa. Después, poniendo una venda en mis ojos, escuchaba que abría la puerta y salía de la habitación. No pasó mucho tiempo hasta que comencé a sentir un pene erecto queriendo alojarse hasta el fondo de mi vagina. Y luego de venirse dentro de mí, salió y en menos de dos minutos volvían a penetrarme, al parecer más erecta que la primera vez. Supe entonces que estaba alguien más ahí. Luego me dejaron así amarrada hasta que luego de unas horas, volvía a sentir que alguien me follaba. Cómo tenía los ojos vendados me desorienté sobre la hora y el día. Solo me soltaba por ratos para que fuera al baño y comer un poco y luego me volvía a poner sobre la mesa o la cama con los ojos cubiertos y al poco tiempo empezaban a cogerme una, dos, tres y hasta cinco veces. Nunca supe cuántos fueron ni en cuántas de esas veces el viejo participó. En todo ese tiempo no me dejó tomar una ducha por lo que estaba sudada y pegajosa y con semen seco por todo el cuerpo. En todo momento alguien entraba, me penetraba por el ano, vagina o por la boca hasta venirse sobre mí, y con el antifaz no podía ni saber quién era ni cuántos hombres diferentes entraron.  Al fin, luego de tres días el viejo me liberó y me dejó ducharme. 

Por todo mi cuerpo se apreciaban marcas de semen seco, mi cabello enredado y sucio y mi maquillaje era un desastre. Luego de secarme el viejo me dejó sobre la cama mi siguiente vestuario: un vestido blanco de una pieza, era tan corto que la tela terminaba casi debajo de mis nalgas. La tanga era azul y se traslucía por debajo y la espalda tenía un escote amplio. Me dejó unos tacones de aguja que me quedaron grandes, pero igual me los calcé. No me dejó poner brasier, por lo que mis pezones quedaban a merced de sus apretones y se trasparentaban a través de la fina tela.  Me subí a su auto y emprendimos rumbo hacia la carretera.

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